Nos alojamos 5 en una cabaña, dos adultos y tres niños pequeños. Ha sido un lugar fantástico para disfrutar tanto mayores como pequeños, a pesar de la lluvia. Las cabañas no tienen grandes lujos, pero sí lo esencial, acorde con el entorno y la filosofía. Un gustazo el silencio (roto muchas veces por nuestros propios hijos o los hijos de otras familias), el olor a pino, su piscina ecológica que es un remanso de paz hasta que los niños empiezan a jugar, ideal su sala de juegos, su "campo" de fútbol".
Las cabañas están distanciadas unas de otras, por lo que no sientes que haya mucha gente. Las escaleras son empinadas para los más peques pero con ayuda se hacen con ello, la cabaña y el baño limpios, las duchas están más lejos y en mi opinión podrían mejor un poco más su limpieza.
El ambiente, familias con niños pequeños y mayores, alguna pareja, niños jugando adultos relajados o también jugando ; ).
Cenamos un día allí porque habíamos leído que era muy buena la comida, pero no repetimos. Aunque sí es buena, no es tampoco espectacular y llevábamos cosas que debíamos consumir, así que cocinamos en las instalaciones comunes que tienen, que son muy buenas. Lo tienen muy bien organizado para tener tu espacio de almacenamiento en nevera y armarios con mucho menaje a disposición de las personas que se alojan.
Nos gustaría volver a repetir y lo recomiendo al 100%. ¡Fantástico!